Sunday, October 29, 2006

Endless


Mi primer Encuentro con Deseo

Había caminado por la planicie demasiado tiempo ya.
Mi Vida se tornaba cada vez más aburrida, sin color, simplemente predominaban los sepias, los colores cálidos.
Esos que a veces son hermosos, pero casi siempre terminaban molestando a la vista y obligaban a apartar los ojos.
No hacía calor, no hacía frío. Nada iba bien, sin embargo tampoco iba mal. Las cosas siemplemente iban, abrazadas por una hermosa indiferencia color Sepias.
Harta estuve de caminar por ese mismo sendero la mayor parte de mi vida.
El Sol me parecía un punto alejado en el horizonte. El Sol era a donde debía llegar para sentirme plena.
Pero en ese lugar, y en esa posición donde me encontraba solo tenía un horizonte, que tampoco podía definir si era atardecer o amanecer.
Sin embargo, yo seguí mi camino y no me detenía a pensar si me esperaban sorpresas si me desviaba un poco.
Y asi fue como un día, ya cansada de tanto caminar por el mismo sendero, me quedé estancada en un lugar, sin ser capaz de avanzar por mis propios medios, sino que necesitaba de alguna fuerza mayor que me empuje a seguir avanzando hacia mi mundo de conformismo.
Así fue que me quedé sentada, esperando a ese alguien que nunca iba a llegar. Aunque en el fondo de mi garganta tenía el presentimiento de que algo se acercaba.
Y así era.
La luz del Sol le iluminaba las espaldas, entonces yo solo veía una sombra que caminaba elegantemente hacia mí.
Al principio creí que era mujer, pero luego no estuve tan segura, y creí que era hombre.
Cuando lo tuve muy cerca distinguí una mirada afilada, y quizás igual de peligrosa que una espada.
Su sonrisa era letal, firme y demasiado precisa. Sus cabellos negros como la noche, pero esas noches en las que no puedes consiliar el sueño ya que los recuerdos de pasados amores te acosan.

En sus dorados ojos pude ver la sabiduría de un millón de astros reflejada. Como su hubiese visto cosas que ni los mismísimos Dioses pudiesen contar.
Su piel era del color del humo que exhuda el cigarrillo en una noche de soledad. Y su aroma era el de los duraznos en flor.
«Por qué es que vagas sola en este reino?» Susurró, y su voz fue como si un pétalo de rosa le rozara las cuerdas vocales. No era femenina, pero tampoco era masculina.
Yo no supe qué contestas, lo único que deseaba era pasar toda la eternidad junto a esa persona que me hablaba, parada allí a mi lado. Mis labios cosquilleaban, y mis palmas sudaban.
«No te confundas» dijo el/la desconocido/a «No estoy aquí para que caminemos el sendero de la vida juntos. Mucho menos para hacerte feliz»
Me puse de pie, y lo miré cara a cara, cerré los ojos y tan solo pude susurrar: «Qué me darás?»
Él/ella sonrió, y fue como ver el brillo del Sol que se elevaba desde el horizonte, reflejado en un cuchillo.
«Claro que no te daré nada, sino yo no ganaría nada» me tomó de la barbilla «Ustedes humanos solo desean lo que no tienen, y ese es mi trabajo, que desees. Que desees salir de aquí, que desees ser mía y que yo desee ser de tí. Si yo llego a darte un beso de mis labios, una caricia de mis manos, una mirada de mis ojos ya no lo desearías más, y yo no tendría qué hacer aquí»
Se alejó de mí, y luego caminó por mi costado, a punto de dejarme atrás.
«Y repito, no te confundas, lo que tú deseas es a alguien que te saque de aquí. Deseas a alguien con quien compartir este camino al que algunos llaman vida. Yo solo soy tu Deseo materializado en algo que puedes tocar»
Y diciendo esto lo vi darse media vuelta y caminar hacia donde estaba el Sol, que en ese momento me parecía más brillante y amoroso.

1 Comments:

Blogger Patricia said...

Flor, mi nueva compa de trabajo!
Te escribo aca porque me gusto mucho el texto que escribiste.
Gracias por hacer que en el laburo me sienta en un lugar mas ameno y cálido... Un gusto conocerte =)

6:29 PM  

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